Saari Residence, Mynämäki, Finland.
Performance, direction and video editing by Diana Soria Hernandez
With the assistance of Riku Mäkinen, Samppa Törmälehto and Johannes Heikkilä.
Photography by Karl Ceder
Video documentation by Johannes Heikkilä
I thought in printmaking as one system that can reproduce many times a sign (crosses) through manual activity, so I decided to make an action that would stamp my skin with small crosses in black ink. I made 2 wooden stamps with crosses in the middle and asked two classmates to document the action and other two to print on me up to 60,000 individually. It was an impossible task to complete and that was important to me, to work with the incommensurable.
My body was the surface to be printed on, it was a symbol of carrying on my body those who have been killed, as a sign of them becoming part of my own pain and not just numbers. The counting in Finnish represented a male-western view on the subject. My body quickly became black and because of the consistence of the intaglio ink, I could not clean my skin even if I was leaving traces over the paper. My two collaborators kept printing on me and counting until one of them understood the task was huge and he suggested to “edit” the documentation simulating the 60,000 crosses laid on my body. I was happy with his intervention, because often representations are simulated for causing an effect, this does not mean we are really understanding the dimensions of qualitative data, that each cross was supposed to make present a human being.
Al término del sexenio de Felipe Calderón se hablaba de un total de 60 000 muertos en la guerra contra el narcotráfico en México. Frente a la cifra cuantitativa de 60 000 decidí hacer visible imposibilidad de su representación en escala humana al mismo tiempo que los asumí sobre el cuerpo propio como Nuestros Muertos. Les pedí a dos hombres finlandeses que imprimieran 60 000 cruces sobre mi cuerpo al mismo tiempo que contaban una por una en finés. La imposibilidad de completar la tarea se manifestó al llegar a las 400 impresiones y después de 3 horas de mi cuerpo ya se encontraba completamente cubierto de tinta negra. ser realizada mientras contaban en finés hasta llegar a 60 000. Al llegar a 400 cruces se encontraban tan agotados que decidieron empezar a contar brincándose números. Ésta acción pretendía hacer visible la distancia que hay entre una cifra numérica y lo que representa. Cada vez que la superficie de mi cuerpo estaba “llena” me volteaban imprimiendo mi cuerpo sobre el papel. La acción duró tres horas aproximadamente.
Paralelo a ésta acción, les pedí a éstos mismos hombres y a otro más que participaran en una acción en el sauna. Con marcadores escribí en su piel enunciados referentes a problemáticas en México y les pedí que repitieran los mismos enunciados ante la cámara.
El objetivo era presentar una dicotomía. Ellos representándose a sí mismos como hombres europeos y al mismo tiempo prestándome su voz en un español torpe, reproduciendo las denuncias políticas escritas en su cuerpo, que no correspondían con su fisonomía ni origen .
A partir de éstas dos acciones edité el video “Flores para nuestros muertos” el cual se podía ver a través del cuadro recortado en el papel durante su exhibición.
que son Nuestros muertos de y era una cifra tan inconmensurable, tan inimaginable que sólo lograba ser un crudo dato numérico lejano de lo que pretendía representar.
Instalación hecha a partir de performance, gráfica y video.
Acrílico amarillo, papel Fabriano 300g 10 x 1.5 m, tinta para grabado, sellos de madera, talco, registro fotográfico, video, sauna, marcadores, flores, mi cuerpo y la participación de Riku Mäkinen, Samppa Törmälehto y Johannes Heikki